Como mejorar en el manejo de políticas organizacionales
Vivimos en un mundo político. Las políticas son un hecho en la vida de las organizaciones. Las organizaciones se conforman de individuos y grupos con diferentes valores, metas e intereses. Esto prepara el terreno para posibles conflictos por los recursos. Los presupuestos departamentales, la asignación de oficinas, las responsabilidades de los proyectos, las opciones de ascensos y los ajustes salariales son sólo algunos ejemplos de los recursos cuya asignación provoca desacuerdos entre los miembros de las organizaciones.
Los recursos en las organizaciones también son limitados, y esto convierte a un posible conflicto en un conflicto real. Si los recursos fueran abundantes, entonces todos los miembros de la organización podrían cumplir sus objetivos. Sin embargo, puesto que son limitados, es imposible satisfacer los intereses de todos. Además, ya sea cierto o no, muchas veces se percibe que un individuo o un grupo recibe beneficios a expensas de otros empleados de la organización. Tales fuerzas provocan una competencia entre los miembros por los recursos limitados de la organización.
Quizás el factor más importante que conduce a la creación de políticas dentro de las organizaciones es la conciencia de que la mayoría de los hechos que se utilizan para asignar los recursos limitados son sujetos de interpretación. Por lo tanto, es en el amplio y ambiguo terreno neutral de la vida organizacional donde florecen las políticas. Lo anterior explica por qué algunas personas mienten, distorsionan, encubren, traicionan, muestran favoritismo, confabulan, eluden y niegan responsabilidades, forman alianzas o participan en acciones políticas similares en el centro de trabajo.
Sugerencias
Para fortalecer de manera sustantiva sus capacidades políticas en el ámbito laboral, resulta esencial comprender que la influencia dentro de una organización no surge únicamente de la competencia técnica, sino también de la capacidad para alinear conductas, decisiones y relaciones con los valores y objetivos colectivos.
Exponer los argumentos desde la perspectiva de las metas institucionales es un principio fundamental. Cuando una persona fundamenta sus acciones apelando al beneficio de la organización, genera legitimidad y neutraliza sospechas de interés personal. En contraste, quienes actúan de forma visible en favor de beneficios individuales, especialmente cuando estos se oponen a las prioridades organizacionales, suelen perder credibilidad y apoyo. Este tipo de comportamientos tiende a ser detectado tarde o temprano y con frecuencia conduce a una pérdida de influencia o incluso a la desvinculación. Por ello, la defensa de propuestas debe orientarse siempre hacia cómo contribuyen al fortalecimiento, la sostenibilidad o la eficiencia de la entidad en su conjunto.
La construcción de una imagen profesional coherente con las expectativas institucionales es un mecanismo de influencia social decisivo. Cada organización desarrolla normas explícitas e implícitas sobre la apariencia personal, los comportamientos aceptados, la tolerancia al riesgo, los modos de relacionamiento y la selección de interlocutores considerados adecuados. Estas normas configuran la percepción de profesionalismo, confiabilidad y compatibilidad cultural. Dado que los procesos de evaluación del desempeño difícilmente se ejecutan con absoluta objetividad, los elementos simbólicos y de estilo cobran un peso considerable. Mantener una presencia alineada con los valores organizacionales facilita que las contribuciones sustantivas sean escuchadas y valoradas.
La influencia política se fortalece de manera significativa cuando se tiene acceso o control, directo o indirecto, sobre recursos escasos y altamente apreciados. El conocimiento especializado, la experiencia técnica y la capacidad de generar soluciones innovadoras constituyen recursos intangibles que incrementan el valor estratégico del empleado ante la organización. El dominio de estas fuentes de poder no solo mejora la posición negociadora de la persona, sino que también abre oportunidades para el crecimiento profesional, otorga mayor estabilidad y aumenta la probabilidad de que sus propuestas reciban consideración seria. En síntesis, quien controla recursos cruciales se convierte en un agente indispensable dentro del sistema organizacional.
Para comprender la dinámica del poder y la influencia dentro de una organización, es necesario reconocer que muchas percepciones que determinan la estabilidad laboral y el prestigio profesional no se basan únicamente en resultados objetivos, sino en construcciones sociales que moldean la interpretación del valor individual. En este sentido, diversas estrategias permiten fortalecer la presencia política y consolidar una posición ventajosa en el entorno laboral.
En primer lugar, proyectar la impresión de ser indispensable constituye un mecanismo psicológico de gran impacto. No se trata necesariamente de que la persona posea competencias imposibles de reemplazar, sino de generar en los actores clave la convicción de que su contribución resulta singular y difícil de sustituir. Cuando los responsables de las decisiones estratégicas consideran que un individuo cumple funciones únicas, tienden a protegerlo, asignarle mejores condiciones y garantizar su permanencia. Esta percepción otorga estabilidad y refuerza la valoración del trabajo realizado, independientemente de que existan o no sustitutos reales.
De igual forma, la visibilidad desempeña un papel esencial en la construcción del prestigio profesional. En contextos donde el desempeño no se observa de manera directa, es necesario hacer explícitos los avances y resultados sin caer en prácticas de autoexaltación. Difundir informes de progreso, facilitar que clientes o beneficiarios comuniquen su satisfacción a las autoridades y participar en espacios sociales o profesionales permite que la organización reconozca el aporte del individuo. La visibilidad no solo valida el rendimiento, sino que también fortalece la credibilidad y abre oportunidades para participar en decisiones de mayor relevancia.
Otro componente crítico es la creación de redes de apoyo con individuos influyentes dentro de todos los niveles jerárquicos. La construcción de alianzas estratégicas aumenta el acceso a información clave, amplía la capacidad de intervención en procesos organizativos y ofrece respaldo en momentos de incertidumbre. Contar con un mentor respetado añade un soporte adicional, pues proporciona orientación, legitimidad y acceso a esferas que de otro modo resultarían inaccesibles. Estas relaciones no deben entenderse como simples conveniencias, sino como estructuras sociales que potencian el aprendizaje y la visibilidad.
Asimismo, la selección cuidadosa de las relaciones laborales contribuye a preservar la reputación profesional. En la mayoría de las organizaciones existen personas cuya credibilidad se encuentra deteriorada por dudas sobre su desempeño o por comportamientos disfuncionales. La asociación estrecha con individuos de reputación cuestionada tiende a producir un efecto de contagio reputacional, dado que la evaluación del desempeño integra componentes subjetivos y emocionales. Mantener distancia profesional de estas figuras ayuda a evitar interpretaciones negativas sobre la propia eficacia y compromiso.
El vínculo con la figura de autoridad inmediata representa una pieza central en la estabilidad y el desarrollo profesional. La persona que supervisa el trabajo diario es quien evalúa el desempeño, influye en las oportunidades de avance y puede defender, promover o frenar una trayectoria. Brindar apoyo a esta figura, comprender sus objetivos, anticipar sus criterios de evaluación y respaldarla en situaciones delicadas favorece relaciones de confianza. Igualmente, mantener una conducta respetuosa y evitar la crítica indiscriminada refuerza la cooperación y eleva la probabilidad de obtener una valoración positiva.
M.R.E.A.

